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A un paso de la primera presidenta de México ¿cómo llegamos aquí?

  • Foto del escritor: El Cuarto Poder Oaxaca
    El Cuarto Poder Oaxaca
  • 10 sept 2023
  • 4 Min. de lectura
Columna de opinión: Escribo de sueños y entre sueños escribo.

El proceso electoral de 2024, especialmente la contienda por la presidencia de México, se ha convertido en un verdadero parteaguas para la dinámica de representación y conquista de espacios públicos para las mujeres mexicanas, principalmente, en aquel cargo cuyo poder puede influir para bien o para mal en la vida de todo un país: la presidencia de la república. Más allá de la afinidad política, es un hecho trascendental que, tanto el partido en el poder como la oposición, postulen a una mujer como la candidata a la presidencia, sabedores que después de la contienda electoral, el resultado dejará sin lugar a dudas a una de estas dos candidatas como la nueva presidenta de México, convirtiéndose al mismo tiempo, en la primera mujer en ocupar ese cargo y derrumbando con ello, el gran techo de cristal que rodea la presidencia.


Si bien el Estado mexicano mantiene una deuda histórica con las mujeres, pese a representar para el primer trimestre de 2023, el 52% del total de la población[1], en las últimas décadas la estrategia política y le presión internacional han jugado un rol importante para que los cambios se den; por ejemplo, en la vida pública y política del país, de ahí que las mujeres tuvieran acceso al voto hasta 1953 y lo ejercieran hasta 1955. En este sentido, la conquista por la participación y representación política de las mujeres, es relativamente nueva, donde los puestos con mayor peso político habían estado relegados a los hombres. Siendo este el panorama que permeo por muchas décadas, entonces ¿cómo llegamos a este escenario, donde dos mujeres son las candidatas a la presidencia de la república por parte de los dos grupos con mayor presencia política en el país? La respuesta puede ser limitativa y hasta cierto punto simplona, restándole incluso validez a la carrera política de ambas, pero ocultar lo evidente, sería negarse a una realidad que a diario nos grita por las mañanas que ahí está, para nadie debería ser sorpresa, la gran influencia que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha tenido en todo este proceso.


Desde la tribuna mañanera, el perfilamiento e inclinación que mostró el presidente López Obrador por Claudia Sheinbaum como la favorita para dar continuidad a su proyecto político, le valió la aceptación entre el electorado morenista utilizando como bandera el discurso de “Es tiempo de las mujeres”, tratando de abrazar al grupo más grande de la población, al mismo tiempo, MORENA apuntalaba la inclusión como parte de su proceso, sin embargo, nadie pareció notar que Sheinbaum fue la única mujer contendiente dentro del proceso interno del partido y cuyo éxito en los resultados de la encuesta no son otra cosa más que las crónicas de un triunfo anunciado, pues contó en todo momento con el respaldo de los aparatos del Estado, al mismo tiempo los resultados de la encuestas dejó de manifiesto la fragmentación que existe dentro del mismo partido.


Lo ocurrido con Sheinbaum, no dista mucho de lo que Xóchitl Gálvez experimentó, pues fue la atención dada por el presidente López Obrador, quien colocó a Gálvez en el radar de aquel electorado que no comulga con la 4T y que miraban muerta a la oposición, el Frente Amplio por México, sin dirección ni figuras políticas con peso real que pudieran dar batalla electoral en el próximo proceso, fueron beneficiados indirectamente por la atención que el presidente López Obrador dio a Gálvez, a través de esos dimes y diretes que carecían de propuestas y acciones concretas, lo que abonó a la controversia y a que Gálvez, y el Frente, encontraran la oportunidad de ser mirados como opción viable para enfrentar al partido en el poder. Si bien el Frente contó con más mujeres en su proceso interno, ninguna de ellas tenía la aceptación suficiente de los electores e incluso ni con el respaldo de su propio partido, pues a primeras de cambio, declinaron sin más, tal como ocurrió con Beatriz Paredes y el PRI.


Planeado o no, debe reconocerse que la intervención indirecta, o muy directa, del presidente López Obrador, fue la pauta para que hoy se pueda hablar de una mujer presidenta, de la primera en ocupar dicho puesto, es también digno de reconocer que fue MORENA quien le brinda la oportunidad a una mujer de ir a la presidencia, sabiéndose con la mayor probabilidad de ganar, dando continuidad al acceso a cargos que sólo habían estado ocupados por hombres y dando entrada a las mujeres, tal como ocurrió con Olga Sánchez Cordero al frente de la Secretaría de Gobernación; mientras que en el caso del Frente, la apuesta hecha se debe principalmente a un hallazgo fortuito, un regalo que el presidente les dio, sin saberlo y que de continuar con esos ataques, sólo abonará al fortalecimiento de Gálvez aunque no del propio Frente.


Pero no nos confundamos, ninguna de las dos candidatas, asume su papel desde una conciencia de género, es decir, si bien alguna podrá ser nombrada como la primera presidenta de México, rompiendo con ello, el techo de cristal que preservaba la presidencia de México para los hombres, y que seguramente será ocupado por aquella que proviene del partido en el poder; eso no significa que verdaderamente represente los intereses de las mujeres mexicanas, que ponga atención real en las demandas de impartición de justicia y las mejoras en la calidad de vida de las mujeres en general, deuda que mantiene el Estado en un país con altos índices de violencia por razón de género.


Lo anterior no debe limitar el festejo por estar a un paso de tener por primera vez a una mujer que dirija el rumbo de México, tendremos que esperar las propuestas que ambas contendientes hagan en favor de mejor la calidad de vida de las mujeres y observar a detalle, sí en efecto están interesadas en representar a las mujeres y abonar desde ese cargo la construcción de una sociedad más equitativa y darle a cada persona el respeto y valor que se merece, procurando la justicia y la paz social.


Y tú ¿qué esperas de estas dos candidatas? ¿crees que habrá cambios en México con la llegada de una mujer a la presidencia?


¡Gracias por leerme! y aunque yo escribo de sueños y entre sueños escribo, nos seguiremos leyendo.


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