Cultura | La Feria de la Mojarra: un esfuerzo comunitario con alma indígena que florece en Nuevo Pescadito de Abajo II
- El Cuarto Poder Oaxaca
- 24 abr
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San Miguel Soyaltepec, Oaxaca. — Mientras que en muchos lugares las ferias y carnavales suelen ser organizadas desde las oficinas de gobierno, en Nuevo Pescadito de Abajo II se vivió una experiencia distinta: auténtica, colectiva y profundamente indígena. La Primera Feria de la Mojarra, celebrada del 18 al 23 de abril en esta comunidad mazateca, cerró con éxito rotundo y dejó claro que la legitimidad cultural no siempre viene de las instituciones, sino de las raíces vivas del pueblo.
A orillas de la Presa Miguel Alemán, el evento fue mucho más que una celebración gastronómica: fue un punto de encuentro donde la música tradicional, los sabores del río y la memoria comunitaria se entrelazaron. Carreras de chalupas, juegos playeros, música tropical y platillos típicos como la mojarra frita y el caldo de pescado, se convirtieron en vehículos de identidad.
El broche de oro fue la Calenda y Guelaguetza del 23 de abril, una explosión de color, danza y sonido, con la participación de agrupaciones como el Club de Danza Almas Grandes, las delegaciones oficiales de San Pedro Ixcatlán y Valle Nacional, así como la emblemática Banda Musical "El Pescadito", orgullo local.
Aunque existe una feria realizada año con año por el gobierno municipal de Soyaltepec, esta iniciativa se gestó desde el corazón de la comunidad, organizada por sus propias autoridades locales, el regidor morenista Ambrosio Rivera de la Cruz, el contador Eustaquio Ramírez Paulino, fundador de la banda anfitriona, y un comité ciudadano que asumió con compromiso el reto de reunir a familias, pescadores y cocineras tradicionales.
El evento no solo sirvió para dinamizar la economía local —principalmente la restaurantera y pesquera—, sino que también consolidó un espacio de cohesión social donde la participación activa de la comunidad dio vida a cada detalle.
Los asistentes no escatimaron elogios: hablaron de la seguridad, del buen trato, de la alegría compartida. Y es que en esta feria no hubo protocolo frío ni discursos lejanos; hubo pueblo, hubo rostro indígena y hubo fiesta con sentido.
La Feria de la Mojarra en Nuevo Pescadito de Abajo II es ya un precedente: una muestra viva de cómo las comunidades indígenas siguen organizándose con legitimidad propia, reafirmando su cultura desde la acción colectiva. Un testimonio de que cuando el pueblo organiza, la fiesta se transforma en m
emoria viva.
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